Es muy amargo perder a las personas más cercanas, especialmente a la más querida: la madre. Por supuesto, el dolor de la pérdida se atenúa con el tiempo, pero el sentimiento de ausencia no desaparece. Las madres no sólo son las personas más fuertes en espíritu, sino también físicamente. Nuestras madres siempre nos muestran el máximo cuidado, afecto y atención. Siempre nos apoyan y siempre nos comprenden. Siempre están a nuestro lado cuando cometemos errores y cuando nos comportamos de forma imprudente.
El vínculo intangible entre una madre y sus hijos es irrompible. Está vivo, aunque alguien de esta cadena haya fallecido. Con la ayuda de una madre venimos a este mundo, y con su ayuda vivimos en la tierra. Ser madre no es la tarea más fácil del mundo. Al fin y al cabo, nadie sabe lo que experimenta el corazón de una madre cuando piensa en sus hijos. Y lo experimentan todo, desde un pequeño suspenso en la agenda hasta problemas de salud o escándalos familiares. Esta mujer siempre está ahí, ama sinceramente pase lo que pase. Y perder a alguien que está dispuesto a comprenderte y aceptarte en cualquier situación es simplemente horrible. El dolor que se experimenta cuando se pierde a un ser querido, a su madre, abruma por completo. Y no pasará mucho tiempo antes de que el dolor de la pérdida empiece a remitir un poco.
Por supuesto que no será como antes. Simplemente no puede serlo. Es sólo que momentos como éste nos permiten elevarnos a un nuevo nivel, envejecer. Será incómodo que los demás te hablen de tu pérdida, pero entiéndelos, no quieren hacerte daño. Está bien, porque nadie quiere que le den pena. Después de que tu madre muera, puede que venga a ti en tus sueños. Sólo quieres prolongar su presencia cerca de ti, quieres sentir su amor por última vez. Es que ahora que te has convertido en “mamá”, te toca tomar decisiones importantes. Pero el amor de mamá siempre estará contigo. Así que si tu madre sigue viva, cuídala. Intenta pasar el máximo tiempo con ella, no lo dejes para mañana. Nadie sabe lo que nos deparará el día siguiente, aprecia lo que tienes ahora. Nadie te querrá más que tu madre, recuérdalo.