Una historia así para las que, a día de hoy, piensan que “SOY MADRE” son verdaderas mujeres.
Este es el tipo de caso que tuve que escuchar. La hija de un conocido mío vino de visita el año pasado y empezó a contarme cómo su compañera de clase se había comprado un apartamento en un bonito complejo de apartamentos, un estudio bastante pequeño, pero no obstante. Tenía un coche a los 21 años, no está nada mal.
Y aquí cuenta que su amiga trajo a su hermana, que acababa de tener un bebé, y era sólo un bebé, envuelto en una manta. El padre del bebé se había ido de juerga y no quería a su madre ni a su hijo. Los dejó cuando su hermana estaba embarazada de seis meses y ni siquiera preguntó qué había pasado con su hijo o cómo estaba. A él no le interesaba nada, pero su hermana se quedó con el bebé y ahora va a conseguir al menos una pensión alimenticia de él y demostrar la paternidad.
Empezó a vivir con el bebé en el apartamento de su hermana. No la dejó, por supuesto. Pero cuando todo empezó a acumularse de forma terrible y su hermana finalmente se volvió loca por el niño, se convirtió en un verdadero “¡SOY LA MADRE!” e incluso en ese momento en el que, por algún milagro, Anna conoció a un hombre maravilloso, y el niño mientras tanto creció y se quedó con Alina, su hermana mayor, que lo cuidaba mientras ella salía en citas y trataba de encontrarle un nuevo papá.
Naturalmente, el niño empezó a crecer y a tomarse todo con calma. El niño creció completamente mimado y trataba a todo el mundo como si se lo debieran. Por eso todo era increíblemente difícil. Y un día empezó a estallar y a hacer daño a todos los que le rodeaban, insultándole y cosas así.
Fue entonces cuando sucedió, cuando mi abuela vino a visitar a su familia, él le gritó: “¡Sal de aquí, viejo regañón!” Fue entonces cuando todo el mundo se dio cuenta de que el chico carecía claramente de una educación de hombre…