Hace unos años estaba con un grupo de mujeres. Todas con bastante éxito, con estudios. De hecho, había muchos temas interesantes para hablar con ellas. Pero no importaba de qué hablaran las mujeres, tarde o temprano surgía la conversación sobre los hombres. Pues bien, nosotros también. Todas las mujeres que estaban allí estaban ya casadas, pero eventualmente divorciadas, o seguían casadas. Sara, en particular, me llamó la atención y os diré por qué.
Tenía un aspecto estupendo, justo el tipo de muñeca con el que sueñan la mayoría de los hombres. Nunca se ha visto privada de la atención masculina, y hacía todo lo posible para, como se dice, “mantener la marca”. A Sarah no le importaba si un hombre tenía una compañera, una dama del corazón o una amante, o si estaba solo: se reía con todos. Como aquel agujero negro, ella absorbía cada vez más atención desde aquí. Parecía ser exactamente lo que la mantenía en la cima todo el tiempo. Dicen que una mujer que recibe una enorme cantidad de atención masculina y miradas de admiración, trata de ser como ese vampiro. Algo parecido ocurría con ella.
Entonces Sarah comenzó a contar su historia. Resultó que Sarah había estado casada anteriormente, pero se había divorciado. Estaba casada con un “monedero con patas”, no había otra forma de decirlo, porque todo lo que contaba de su ex marido era que tenía una gran cantidad de dinero y que ella había conseguido quitarle una buena parte de sus propiedades e ingresos. Como resultado, ella tiene un apartamento y un coche gracias a él. Para quedarse con más dinero, Sarah también dejó embarazada a su marido y dio a luz a un hijo. Como resultado, envió a su hijo a su madre para que lo custodie, y ella misma vive una buena vida de disipación. Ahora busca otro “monedero con patas”, porque por mucho dinero que haya, un día se acaba, se necesita un nuevo recurso del que poder tirar. Y así vio a un joven prometedor en el trabajo.
Sara hablaba de él como un billete para una vida cara y lujosa. Me atreví a expresar mi opinión y decir que era terrible utilizar a la gente de esa manera, además de abandonar a su hijo. Entonces, ¿por qué darlo a luz? Ante lo cual fui atacada por absolutamente todas las mujeres. Resultó que casi todas ellas pensaban lo mismo que Sarah. Se convirtió para todas ellas casi en una gurú, que les decía cómo conseguir sus deseos mercantiles.
Lo que quiero decir es que ahora no me sorprende en absoluto por qué los hombres rehúyen a las mujeres en los últimos tiempos. Con Sarahs así, la raza femenina está en peligro de extinción. ¿Cómo es posible utilizar a la gente de forma tan descarada, sin tacto y despiadada?