Me casé por amor. Tuvimos una gran relación, luego un matrimonio que produjo dos hermosos hijos. Nunca nos peleamos, no tuvimos conflictos con la rotura de platos y los gritos con lenguaje soez.
Cuando tuve a mi hijo y luego a mi hija, mi marido me ayudó en todo. Ni una sola vez cargué con bolsas pesadas, ni me caí de pie por la noche a causa del cansancio. Mi marido hizo todo lo posible para que fuera feliz y disfrutara de la vida.
Y así ha sido durante unos once años. A decir verdad, estaba cansada de que todo fuera tan vainilla, bonito y dulce. Estaba cansada de la falta de aventura y de la falta de emoción. Todo el mundo en la vida tiene que ser malo a veces para sentirse bien. De lo contrario, el sabor de lo bueno se distorsiona y se vuelve desagradable.
Bajo la influencia de tales expectativas, conocí a Mark un día en el parque. Cuando me pidió mi número, se lo di inmediatamente. Le dije que estaba casada, al chico no le importó, y así empezamos a vernos en secreto.
Mentí a mi marido sobre los viajes de negocios, me quedé a dormir en casa de Mark y me entregué a los placeres. Me divertía, era fácil y alegre estar con él. Hacía tiempo que no me sentía tan a la deriva de las emociones. Aquí estaba, la vida que quería – llena de impresiones.
Sí, cambié mucho en ese momento – empecé a cuidarme mucho, para poder complacer a Mark con mi belleza cada vez. No pensaba en mi esposo – mi amor por él se había extinguido hacía un par de años, ciertamente no quería complacerlo. De hecho, vivía con el hombre que no amaba.
Un día mi cónyuge trató de averiguar qué pasaba, que nuestra relación se había enfriado tanto. Le hablé de Mark. En ese momento me pidió que me dejara por un amante, y que los niños le dejaran a él. Así lo hice. Incluso abandoné a mis propios hijos; no sé qué clase de niebla me invadió.
Fui a ver a Mark.
-Mark, le conté todo a mi marido. Ahora tú y yo estaremos siempre juntos -dije feliz.
-¿Estás loco? ¿Por qué? No quería vivir contigo. Sólo me hacía sentir cómoda. Coge tus cosas y vuelve con tu marido. Puedes venir a divertirte conmigo de vez en cuando.
Eso es lo que me hizo mi amante. Y por él renuncié al refugio seguro que me había dado consuelo y paz durante tantos años.