El marido quería que su mujer trabajara, ahora ha pedido el divorcio

A sus 30 años, Anna aún no había sido asalariada, y nada la avergonzaba en absoluto. Así de insólito era poder volcarse en una chica a la que no le afectaban en absoluto las situaciones difíciles en el trabajo y que compensaba estupendamente la vida en la casa. Con el paso de los años, que fueron realmente especiales, su marido era de oro y siempre la trató de forma especial.

Siempre se sintió cómoda con ese enfoque, que ella se encargaba de la familia y era responsable de que la casa estuviera limpia y siempre hubiera comida, y el hombre se encargaba de todo lo demás. Eso era todo. Pero entonces, de forma totalmente inesperada, su marido le dijo que quería que ella consiguiera un trabajo y que no le gustaba que pasara tanto tiempo en casa. Así que para él estaría bien que ella se desarrollara perfectamente fuera de casa.

Esto fue inesperado para Anna, pero decidió intentarlo y consiguió un trabajo como empleada en un estudio de danza como administradora. Su aspecto era perfectamente adecuado y empezó a recibir muchos cumplidos. Su marido se dio cuenta enseguida de que no podía llegar a casa a tiempo y de que la cena no estaba preparada en absoluto. Comenzó a enfadarse con ella todo el tiempo y empezó a insultarla.

Anna no entendía el motivo de las discusiones y, finalmente, cuando empezó a engatusar completamente a su marido para que no se enfadara, éste le dijo que si estaba eligiendo el trabajo por encima de la vida en el hogar y por encima de ser su cónyuge, entonces que aceptara fácilmente su deseo de divorciarse. Pero para Anna fue un choque salvaje; comprendió cuál era el problema.

Por eso había constantes conflictos. En los que Anna siempre tenía la culpa y en realidad sólo molestaba terriblemente a su marido, que se enfadaba y nunca entendía de qué se trataba. Así que él decidió que como ella no hacía concesiones, el divorcio estaba simplemente asegurado, pero Anna no iba a divorciarse de su marido, porque no veía ninguna razón para ello y soportaba pacientemente sus caprichos. Con el tiempo, él se volvió tan violento que ella se dio cuenta de que, para mantener la familia unida, tenía que volver al hogar y dejarlo. Su marido nunca le pidió que volviera a trabajar.

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