Tengo dos trabajos porque mi marido no sabe ganar dinero. Y me echa la culpa de escribir por la noche y de perturbar su sueño. Por cierto, ¡estoy trabajando, no sólo mirando mi feed de Instagram!
Llevamos tres años casados. Nos conocimos completamente por casualidad. Por aquel entonces yo ya tenía 39 años, y me di cuenta de que tenía que subirme al último vagón, si no quería seguir siendo una solterona.
Todas mis amigas ya estaban casadas, y algunas ya se habían casado por segunda vez, y yo seguía con mi carrera. Llegó el momento en que quise sentar la cabeza. No había tenido mucha suerte con los hombres en mi vida, pero Jacob parecía “diferente”.
Decidimos vivir conmigo, ya que Jacob no tenía casa propia. A pesar de que ya tenía 42 años, vivía con su madre. Su hermana también vivía allí con los gemelos. Yo tenía mi propio apartamento, que me gané trabajando honestamente sin la ayuda de mis padres.
Los servicios públicos corrían de mi cuenta. La comida corría de mi cuenta. Jacob decía que recibiría su paga a final de mes, pero nunca la recibía. De hecho, apenas dos meses después de la boda, anunció que lo habían despedido. Sigue sin tener prisa por encontrar un trabajo, sentado en casa de su madre o frente al televisor.
Aguanto todas sus payasadas, ¡pero no soy de hierro! No sólo eso, sino que me reprocha que está cansado de escuchar el tintineo de los botones cuando trabajo en casa. La semana pasada incluso me levantó la mano porque no tuve tiempo de preparar la cena. ¿Qué debo hacer?